Cuando le preguntamos a Marta de dónde sacan fuerzas para seguir pedaleando, el corazón habla por ella: “Simplemente no podemos dejar de ir en bicicleta, porque realmente nos ayuda a salir adelante, en un contexto de guerra y dolor. La bicicleta nos permite permanecer juntos, dar lo mejor de nosotros mismos y mantener nuestra economía”.
Marta Zakharova es cofundadora de Makeba Cycling. Se sitúa en Lviv, el nombre de una ciudad que ha salido bastante en las noticias estos meses. Hablamos de la urbe más occidental de Ucrania, y por tanto más alejada de Rusia, pero no por ello ajena a la guerra que va camino del año y medio de duración.
Aquí practicar ciclismo parecería una quimera, pero Marta y los suyos se agarran al manillar con más fuerza si cabe, por muchos motivos.
Por lo que contaba al principio, pero también por uno de sus entrenadores que “está en el frente, como soldado, y debemos seguir aquí fuertes para cuando vuelva tras la victoria. Aunque suene un poco cínico, tenemos que vivir. Si seguimos con lo nuestro, si Ucrania no para, nuestro ejército tendrá un motivo para seguir luchando por nuestra libertad”.
Todo empezó hace seis años…
“Hace unos seis años, un entrenador y un estudiante iban por Lviv con el objetivo que otras personas probaran la felicidad de ir en bicicleta. Crearon una página de Facebook, con el nombre de “Makeba”, una popular canción del momento. Así nació el que hoy es el principal club de ciclismo amateur ucraniano. Fue la forma en la que un hobby se convirtió en el trabajo que hoy emplea a varios preparadores y managers”.
Desde entonces han pasado por su club unas 500 personas. “Ahora mismo somos unos 70, divididos en cuatro niveles -prosigue Marta-. Nuestro “sport team” toma parte en carreras, luego viene un grupo de ciclistas que no están para competir aún, pero aprenden rápido sobre táctica y técnica y mejoran su estado de forma. El “Chill Group” lo forman personas que quieren estar en forma y los “Starters” empiezan de cero y alguno llega a competir”.
El ciclismo como una partida de ajedrez
En su actividad, nos llamó la atención su afición por el ajedrez: “Nos gusta este vínculo, ajedrez y ciclismo. Nuestro entrenador siempre insiste en que, entre dos ciclistas iguales físicamente, gana el más inteligente. La carrera nos recuerda una partida de ajedrez y por eso trabajamos este aspecto, además de entrenar. Nuestros corredores acostumbran a participar en torneos de ajedrez y siempre se traen un tablero a las competiciones”.
Con tablero o sin él, disfrutan del ciclismo, de la salida y del después: “Tenemos un excelente café en la sede del club, que se llama Makebaza. Aquí nos relajamos, cocinamos y creamos el mejor ambiente para después de la cada salida, mientras planteamos nuevas rutas”.
Para Marta “Lviv es el mejor sitio de Ucrania para la bicicleta, con una extensa red de carreteras secundarias bien asfaltadas y la cercanía de las montañas del este de Ucrania”.
Rasgos de cebra en su ropa
Es interesante la historia alrededor de su aspecto por las carreteras: “Investigamos un poco sobre qué proveedores de ropa podían trabajar con nosotros y vimos que alguno de nuestros ciclistas ya tenía alguna prenda de Gobik. Ellos nos dieron un buen feedback de la ropa y decidimos trabajar con Gobik”.
En este sentido, Marta admite que “es sencillo trabajar con ellos. Una llamada de 30 minutos más un par de mails y sus diseñadores dieron con el diseño que buscábamos.
“Hemos dado con un diseño exclusivo que atrae miradas” dice.
Pero, ¿cómo fue el proceso?
“Todo esto nació por diversión, pero cuando el grupo que habíamos formado empezó a pasar por momentos complicados, quisimos llenar de significado la propuesta. No fue complicado, Makeba es un apellido habitual en África y ello nos llevó a buscar una temática africana. Hemos mezclado los rasgos de la cebra con los colores del tigre. El logo con forma de búfalo, pintado de negro, simboliza los oscuros tiempos que estamos viviendo en Ucrania”.
Quieren ser un rayo de luz, un atisbo de esperanza en días tan tristes. La bicicleta es su aliada: “Cuando empezó la invasión, nos quedamos en shock, sin saber qué hacer, si era apropiado salir en bicicleta. Tras un mes, uno de nuestros corredores envío un mensaje: “Chicos, me voy a volver loco, así que a salir en bicicleta”
“Era la señal de que la gente necesitaba seguir con su vida y nosotros lo hicimos con la ayuda de la bicicleta -concluye Marta-. Nos costó mucho dormir las noches de ataques con misiles, pero lo superamos, nuestro amor por la bicicleta ha sido más grande que el miedo”.
