Pauline Ferrand-Prévot es la pionera del ciclismo circular

Cuando hablamos con Pauline Ferrand-Prévot nos surge una pregunta rápida:

¿Para cuándo el ciclismo en pista?

“Por el momento, no” nos responde.

Y es que esta francesa de Reims, ciudad al norte de Francia, con su soberbia catedral gótica y el vínculo al brebaje por excelencia, el champagne, fue en su día la pionera de ese tipo de ciclismo que ahora cunde entre las grandes estrellas, el ciclismo circular que no distingue entre modalidades.

Campeona del mundo en BTT, carretera y ciclocross, nunca ha dicho que no a nada que tuviera que ver con una bicicleta. Una forma de entender el ciclismo que ha hecho camino, como hemos visto, y que ella ha llevado a la máxima expresión. Aún resuena en la parroquia aquel tridente de maillots irisados que ganó entre 2014 y 2015, cuando fue campeona mundial de las tres modalidades.

“Esos tres títulos mundiales entre 2014 y 2015 es mi forma de demostrar cómo concibo el ciclismo, me encanta cambiar de modalidad por que cuando subo en la bicicleta no busco nada en concreto, es amor, es pasión” empieza comentando.

Y lo demuestra con hechos: “Un momento que me gusta especialmente son esas salidas por carretera con el único objetivo de descansar de las series de BTT. Aprovecho para levantar la mirada y apreciar el paisaje. Es la forma de escapar de las preocupaciones del día y seguir motivada ante las sesiones técnicas encima de la BTT”.

Una ciclista huyendo de la rutina en bicicleta.

La BTT sigue siendo el objetivo

“Este año no he hecho ciclocross, con BMC lo hemos dejado aparcado por el momento. La competición se centra en BTT y para entrenar incorporo la carretera” prosigue Pauline, quien admite que el ciclocross sigue ocupando un especial hueco en su corazón: “Lo extraño mucho. Me enganché al ciclocross por que odiaba ese momento que las campañas de carretera y BTT tocan a su fin. Quería seguir compitiendo y aquí tenía una buena salida, además muy arraigada a mi zona, pues el ciclocross se practica mucho por la región de Reims. Crecí en una cultura de ciclocross”.

Sin embargo, cuando la presión del entrenamiento no recae sobre ella, disfruta “mucho los momentos fuera de la competición, coger mi bicicleta de carretera y descansar de las sesiones en BTT. Son formas de verlo con el paso del tiempo”.

No pierde por eso el horizonte: “Mi objetivo está en la BTT, mejorar en lo que pueda, ir más rápido. Entrenar es un regalo, me apasiona, incluso en los momentos más duros”.

Tras varios años con Canyon, la francesa es la gran estrella del Absolute Abasalon, ahora sobre una BMC, apuntando a lo más alto. Con el equipo de Julien, su pareja, ha tenido ocasión de conocer la ropa de Gobik.

“Debo admitir mi sorpresa por la calidad de los culottes, los mejores que he usado nunca -describe la biker sobre la ropa del equipo-. Me gustan sus diseños, son elegantes y modernos, pero valoro los materiales, que sienta bien, se maneja fácil y sobre todo se ve de calidad”.

Ahora el objetivo son los cinco aros, en un palmarés como el suyo sólo falta el oro olímpico. Ha estado en dos citas, la últimas: octava en Londres y abandono en Río de Janeiro, donde las crónicas relatan que acusó la presión. Sea como fuere Tokio, aunque con un año con retraso, lo lleva grabado a fuego.

El objetivo son los Juegos Olímpicos, sin duda -concluye sin vacilar-. Es la carrera más especial. Está claro que la presión es brutal por celebrarse cada cuatro años, pero es la única grande que falta en mi palmarés y siempre quiero más”.

 

Textos: El Cuaderno de JoanSeguidor

FotosPaul Foulonneau

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